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    Alerta, seguridad e higiene en la estética

    Este artículo trata la importancia tan significativa que tiene la seguridad y la higiene en esta profesión.

    Si recordamos una de las cosas que aprendemos al realizar los estudios de estética es la palabra HIGIENE, HIGIENE Y MÁS HIGIENE y su aplicación  para la exquisita calidad de un servicio.

    Pocas veces nos paramos a pensar en el grado de riesgo en el que estamos expuestas cada día,  no solo en accidentes  laborales, producidos por mala praxis, sino también a contagios por los deficientes métodos de higiene que proporcionamos en el servicio e incluso a nosotras mismas.

    En la seguridad de prevención de riesgos laborales  encontramos la normativa 31/1995.  Y los Reales Decretos que nos dictaminan cuales son los máximos riesgos y normas en  la seguridad de nuestra profesión, os aconsejo le deis una mirada cuando tengáis tiempo. Algunos de ellos son:

    – 486/1997 en el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo

    – 7/1988 relativo a las exigencias de seguridad del material eléctrico con límites de tensión

    – 1580/2006 regula la compatibilidad electromagnética de los equipos eléctricos y electrónicos.

    - 1002/2002 regula la venta y utilización de aparatos de bronceado mediante radiaciones ultravioletas

    – Ordenanza reguladora de condiciones higiénica sanitaria y técnica.

    Toda esta legislación tiene como objetivo el de proteger al usuario y al profesional.

    Quizás no hemos sentido la necesidad de prestar tanta atención a posibles contagios causantes de enfermedades de una persona a otra.  La expectación mediática que está siendo tan desgarradora en nuestro país por el caso de la enfermera contagiada por el virus del ébola, nos hace recapacitar si somos lo suficientemente conscientes del daño que podemos recibir y por tanto seguir transmitiendo.

    En nuestra pequeña escala o eslabón  profesional, claro que podemos activar nuestro propio  protocolo de actuación de posibles contagios, de inferior escala, como mutaciones de cepas circulantes, que con sentido común e higiene bastarían para no proliferar gérmenes, bacteria, etc.

    Los contagios en nuestro salón pueden ser de dos formas:

    • De forma directa que se producen cuando existe la proximidad entre una persona y otra, una sana y otra enferma, ahí la gran utilidad de mascarillas bucales, guantes  desechables, en los que el contacto sobre todo con fluidos corporales o la proximidad a la persona pueden dar resultado de contagio
    • De forma indirecta, suele darse en objetos, lencería, utensilios no esterilizados, etc.

    Así pues, insistir en las normas básicas que aprendimos en su momento y que tienen vigencia en los reales decretos de Peluquería y Estética, y por la dinámica en la que hemos entrado con esta crisis económica que nos azota y no nos permite el gasto de los desechables necesarios para trabajar satisfactoriamente, o vivimos tan deprisa que no reparamos en lo más importante: la salud.

    Medidas tan básicas como:

    • La lencería, sabanitas, toallas, uniformes etc. deberá desinfectarse, sometiéndose a temperaturas elevadas en el lavado y planchado.
    • Los utensilios como accesorios de aparatología, sobre todo en tornos de manicura y pedicuras deberán ser esterilizados.
    • El mobiliario, partes externas de aparatos, suelos etc. deben ser  desinfectados con lejía y detergentes catiónicos.

    Los métodos más utilizados en centros de estéticas son: el calor  (esterilizador térmico de bolas de cuarzo…) y las radiaciones electromagnéticas (germicidas…) y como  métodos químicos se utilizan sustancias que se aplican sobre los objetos o superficies, nunca sobre la piel o mucosas como: glutaraldehido, cloruro de belzalconio, hipoclorito de sodio, alcohol de 70%.

    El exceso de confianza no nos permite actuar con sentido común, cada servicio es una vida, seamos consecuentes con la nuestra y como no, con la de los demás.